Lo siento. No me gusta, no me gusta y no me gusta. Lo digo tranquilamente y que nadie se me eche encima, que estoy muy revuelta y me como crudo a cualquiera. Lo digo y me quedo tan ancha: No aguanto a toda esa recua de alcahut@s, envidios@s y degenerad@s que andan alborotando la paz de mi casa convertida en una pajarería con tanto soniquete, tanto trino y tanto wassapt sobre la Infanta de España, ya no sé si es infanta, pero es igual, el caso es que tengo la cabeza loca, con que si deja la Caixa y se va a la Once porque es sorda y ciega, que si la declaración le sale a devolver porque la hizo con el Programa Padre y más y más y más… No voy a relatar todos porque no me da la real gana y al que no le guste que chupe un chupachups.
Reproches aparte quiero dejar claro que si me he decido a escribir este post es por eso de la declaración y el programa padre. Lo que son las cosas, ya lo decía mi abuela: «nunca sabe uno por dónde vendrá la luz», ese wassapt estuvo bien, y es que yo, en mi congénita inocencia, no podía imaginar que existiera semejante cosa. Programa Padre. ¡Ufff! Ya me estáis explicando alguno de vosotr@s de qué va el asunto ese, y que si lo que hace falta para aplicarlo es un padre, yo lo tengo. Tengo padre. Extenderos en la exposición lo que haga falta, no escatiméis en detalles, todo paso a paso, porque yo con los números me lío mucho. Gracias anticipadas, sé que no me defraudaréis y prometo no hacerlo público. Palabra.
Con mi mejor intención y mis mejores deseos ¿Alteza o Señora?. Ay qué lío. Voy a dedicarle un poema, un poema de los míos, que a veces no sé si son poemas o floripondios.
CIEGO AMOR
Tú calla,
calla mi amor,
que tu silencio conmueve.
Calla mi amor
que tu silencio te absuelve.
Tú encarnas el amor
sordo y ciego.
Solo amor.
Y tú calla.
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