Ahora por fin hallaste
el centro exacto de la belleza
el centro exacto de la página no numerada
el centro exacto de la palabra no dicha
el centro exacto de la vibración de la tierra,
los veinte dedos contando historias de arena
y
los veinte versos en llamas.
Escrita tienes la herida de siglos
en la palma de la mano
la herida de siglos
que marca tu mirada
contra un muro sin ventanas
la herida de siglos
caminando firme
siete pasos delante de ti.
La herida
licuada
hasta ser un garabato,
o
un grito oscurecido
por miedo al infierno juicioso
de los mandatos.
La herida de siglos.
Ahora reivindicas
la suma imperfecta,
un abanico con aletas de pez
los zapatos con resortes de payaso
y el vértigo del vuelo en los trapecios.
Y si casta has de ser
nunca lo sabrás,
pues desnuda caminas por las calles
para escándalo de los ciegos.
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