Que felices seremos los dos, y que dulces los besos seran… la, la,la,
Por fin. Ya no guntábamos más. Respiremos aliviados. Era precisoque alguien nos librara de esta plaga bíblica y de ese monstruo de siete cabezas que nos tenía ahogados. Se acabó la pesadilla. A partir de mañana la” primita” esa que nos ha salido, así por las buenas. Descarada, chula y prepotente se va a enterar de los que es el marianísmo. ¡Podemos vivir tranquilos!
Dejando por el momento todo a un lado: mercados, mercaderes, primas y primos, mejor nos refugiamos en las palabras del poeta:
“Basta de navegar en el olvido. Basta de bendecirnos en la lluvia. Basta de no ser nadie. Basta de que el placer nos desconozca. Basta de convivir con la derrota.
La palabra inquietud colma la realidad, como si fuera un humo concentrado. La libertad le da un pellizco al alma y uno no tiene más remedio que ser libre. De todos modos, la cordura vigila y amenaza con meternos en el corral de la razón. Somos frágiles y eso nos salva. El desconsuelo nos consuela y nos es imposible traicionar.
Por suerte no tenemos dioses que nos perdonen»